Conferencia: "Empleo y patrimonio en una zona olivarera"
Ignacio Muñiz (Director del Ecomuseo de Almedinilla)
Ignacio Muñiz, director del Ecomuseo del Río Caicena de Almedinilla, comenzó su ponencia hablando de la existencia de muchos proyectos de recuperación del patrimonio que sólo tienen un enfoque turístico y que no parten de una preocupación de la gente del territorio, de una demanda de la población. Por ejemplo, según Muñiz, a algunos territorios llegan fondos para construir un centro de interpretación y éste se lleva a cabo sin idea previa, con contenido de lo más variopinto, con lo cual la iniciativa se termina abandonado y el dinero despilfarrado, porque no ha habido una demanda y no ha habido una gestión posterior.
El río Caicena es un río muy limpio, con unas cascadas donde es posible hacer rafting y permite el baño en verano. Además, a su paso por Almedinilla crea un bosque de ribera muy bien conservado y una zona de huertas, algo fundamental para el turismo en el sentido de que no es algo secundario el entorno del lugar que se quiere poner en valor y promocionar. Esto es, se debe tener en cuenta que si un pueblo tiene un castillo en un estado de conservación excepcional pero el entorno natural, el paisaje y el resto de la localidad están machacados por el paso del tiempo, esa villa qué duda cabe de que no tiene el mismo encanto. El turismo cultural debe entenderse de una manera integral. “A nosotros nos gusta hablar del territorio, y nos gusta mostrarlo todo, con lo que supone, con todo lo que se puede enseñar, que no es poco”, afirma Muñiz.
En cuanto al Ecomuseo, éste se trata de un proyecto de desarrollo rural que se traduce en un conjunto de museos de varios tipos. La gestión del patrimonio conlleva varios pasos: investigación (convenios con distintas universidades) que puede ser de carácter arqueológico o de otro tipo, la conservación de los recursos naturales (ponerlos en valor, acondicionarlos para la visita) y la difusión de estos recursos (importante convertirlo en un recurso turístico, en un producto).
Según las palabras de Muñiz, el desarrollo rural (también llamado desarrollo sostenible) forma parte de un entorno más amplio, “que no es otro que el marco del capitalismo, y lo que busca es el beneficio puro y duro”. El director de este museo tiene clara la idea de que si un núcleo rural no vive de la agricultura pierde todo su sentido. Por el sistema económico capitalista que vivimos en el mundo rural se potencian cosas como el agronegocio, ganadería, los transgénicos, etc. Dentro de las aportaciones que nos da la Unión Europea se encuentra el área del turismo rural. “Es una utopía pensar que un pueblo va a vivir del turismo rural, cuando más bien es un complemento. Hay excepciones, como es el caso de la localidad malagueña de Ronda, que sí se lo puede permitir. Pero en la mayoría de los casos es un complemento a la actividad eminentemente agrícola que deben tener los pueblos”, apunta Muñiz.
Un punto muy importante y que no se debe dejar pasar a la hora de crear un proyecto turístico en un pueblo, máxime si es una localidad pequeña como Almedinilla, es que hay que tener cuidado a la hora de crear falsas expectativas. Porque si a un visitante le gusta la experiencia vivida allí se lo cuenta a diez personas, por poner una cifra, pero si no le gusta ese número no se queda ahí, se lo acaba contando a 20 personas o más.
Así que lo mejor que se puede hacer es crear proyectos de calidad porque este tipo de turismo es muy delicado y difícil de mantener, lo mismo que acude a un sitio puede dejar de ir y hay que empezar otra vez de cero. La calidad no consiste en ofrecer unas infraestructuras espectaculares y a la última, importan más otras cosas. A veces se han montado unos museos con una gran tecnología pero por ejemplo no tenían guías. No tiene sentido empezar la casa por el tejado.
En el Ecomuseo de Almedinilla se ha hecho un estudio entre los visitantes que han tenido desde su apertura, que arroja como resultado que el 80% de los turistas que lo han incluido en sus planes de viaje valoran por encima de todo la atención personalizada y el servicio de guías. Esto supone un punto muy importante, es interesante contar con guías que hagan una visita diferente (por ejemplo, el Ecomuseo introduce durante la visita a personas disfrazadas de época), formando a la gente con la historia del lugar que se visita, detalles como que dentro del recorrido de los turistas les pongan una tapita al pasar por la cocina de un caserón antiguo, etc. Eso es lo que se espera de los proyectos pequeñitos como este, algo un poco más detallista basado en las personas, su verdadero valor.
Algo que queda en el recuerdo de casi todos los visitantes que se pasan por esta localidad es la actividad “Un día en la Bética romana”, visita tematizada que incluye algo que deja un gran sabor de boca, los almuerzos o cenas en la villa romana, una comida con actuaciones y articulada en torno a las tradiciones de la época, al más puro estilo romano.
En cuanto al episodio de la financiación del Ecomuseo, el 40% de los ingresos que recibe le llegan por autofinanciación, algo de lo que se muestran muy orgullosos, ya que los resultados que están teniendo están siendo muy satisfactorios. El resto puede verse en esta imagen de la presentación:
Actualmente, en el Ecomuseo de Almedinilla da trabajo a cuatro personas a tiempo completo y a dos a tiempo parcial. Además, este espacio ha hecho posible que se cree en el pueblo una empresa con un buen grupo de gente joven que son los que se dedican a realizar las representaciones, como por ejemplo una noche en la bética.
La localidad de Almedinilla ha recibido no pocos premios por su labor turística, como el premio Juan Bernier de la Asociación Arte, Arqueología e Historia de Córdoba al Ecomuseo; el premio Centro de Iniciativas Turísticas de la Subbética; el premio Expobética; etc. Además, Almedinilla es un punto de parada obligada en varias rutas turísticas, como la Ruta de la Bética Romana, la de la Vía Augusta-Vías Romanas del Mediterráneo o la Ruta Arqueológica de la Subbética Cordobesa.
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